Recuerdo cuando me decías que no
te quería. Que no me importabas porque yo seguía con mi vida sin depender de la
tuya. Y sí, a veces se me olvidaba contestarte, llamarte o planear algo contigo.
Me entretenía. Porque yo soy así. No controlo mi tiempo, ni otras muchas cosas.
Vivo en el presente dentro de mi propia controversia. Esperando a que tú
también escribieras el camino a casa sobre las huellas de mi mapa. A que
sacaras la chispa con la que tanto te había quemado. Esa que finalmente se
quedó muda. Tan solo esperaba a que tú te adelantases y no me dijeras "ven" sino "voy". Pero eso no quería decir que no te quisiera. Lo hacía, claro que
sí, pero como recitaba aquella canción del mariachi: a mi manera.
Recuerdo cuando me decías que tú
estabas más “enchochada” que yo. Siempre
te dije que era mentira, pero tú no me creías. ¿Cómo saber que hay dentro? ¿Lo
que sentimos? ¿Tan malo es amar incondicionalmente? ¿Amar sin esperar nada a
cambio?
Nunca te puse la zancadilla. Eran
tus pies los que se resbalaban de mi camino. No me importó nunca arreglarlo, pasar
de enfrentarme a mí mismo y conformarme con lo que teníamos. Siempre buscábamos
el uno en el otro y, eso, no es posible. Ni aquí, ni en otro lugar. Ni con
otro, ni con otra. El “quién” no se busca a sí mismo.
A veces pienso que la clave es
adaptarse. Mover nuestras distintas piezas hasta que encajen. Como cuando intentas
dormir y no encuentras la postura idónea. El sueño está ahí, esperando a encajar
con tu almohada. Claro que lo nuestro tenía límites, pero más nos ponemos nosotros
cuando pensamos que somos diferentes.
Me pido perdón, hoy lo he vuelto
a hacer. Soy así, que nunca olvido. No lo llamo rencor, lo llamo latencia. No
es mi culpa tener memoria a prueba de disgustos. A prueba de incongruencias. Pero
no me importa, me gusta vivir así, con el recuerdo de quien hubo, de quien ya
no está. No son piedras encima, son rocas en el infinito que ya no pesan.
Siguen ahí, de alguna forma, deambulando en lo oscuro que tiene que ser mi
universo sin ninguna luz que brille más que tú. Esa es mi forma de independizar
tu ausencia.
Para que luego digas que no te quería.
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