Música, maestro!


No quiero una noche de besos promiscuos. Un amanecer caliente y una noche en vela. No quiero una ráfaga efímera, ni una fatiga eterna. Tampoco un hielo en mi copa, ni alcohol barato con el que hacer arder mis penas. Quiero unos labios que besen como una canción infinita. Que arrasen con el tiempo: De esos que perduran, aunque se hayan ido.


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