Odio que me
interrumpan mientras escribo. Que me abran la puerta. Que me llamen por
teléfono o incluso que me vean. Porque quizás asusta a mi poesía, que se marcha
y ya no vuelve nunca más. Las letras tienen alas, son como cometas abstractos con
ganas de volar. Pájaros enjaulados que esperan con cautela su digna libertad. No
podría decirte cuantos párrafos se me escaparon, ni todos los que no he
escrito. Dime, amigo, cuando el verso huye ¿Sabes tú a dónde va?
[Cartas a un poeta]
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