Aún recuerdo aquellos días de antaño en los que los
fugaces rayos del sol atravesaban, como afiladas púas, los gruesos y
desgastados cristales de mis ventanas. Escuchaba los bellos murmullos y
silbidos de la mañana que hoy, nostálgico y culpable, no puedo permitirme.
Rememoro las tardes donde el aroma de las amapolas y
jazmines culminaba en el fondo de mi pecho, la brisa dorada abatía mi pelo al
compás de sus aves y las hojas de los árboles, que juntos, componían
instantáneamente la sinfonía de la vida. Ilustres momentos en los que
disfrutábamos de las leves caricias de sus pétalos, de sus melodías mudas, de
las hazañas de sus hermosos seres y de la humilde compañía que nos ofrecía
hasta el más pequeño de ellos. Unidos, como añil cielo que une sus nubes,
éramos partícipes de proteger el mismo secreto, que durante un eterno tiempo,
hemos conservado en lo más profundo de nosotros.
Las noches de
montaña contemplando el rugido de sus valles, los arroyos de sus aguas, cadenas
de diamante que volvían a recorrer sus viejos caminos, los mismos arquitectos
que una vez otorgaron a sus tierras las viejas lagunas perdidas que ya han
dejado de existir.
Todo aquello era lo justo, todo eso y más, era la
idea de la belleza en sí, era la extraviada y auténtica verdad que Platón
hubiese querido encontrar y no la obtuvo, ya que nunca la perdió. Era sin duda,
la pura esencia de la perfección.
Pensaba que
era parte de nosotros, algo estático e inmune que siempre estaría junto a mí, pero
si la vida fuese un juego, el hombre ha ganado la partida.
Hoy, al alba de este día, absorto, cautivo del miedo
al lúgubre y angosto futuro que nos amenaza, cuando mis hijos me pregunten
dónde está el pájaro libre y “cantaor”, que tantos bellos poemas protagonizó,
cuando me pregunten por qué el croar de los anfibios de los lagos ya no cesa
decorando nuestras noches, cuando me pregunten por qué ya no existen los prados
y bosques verdes, que tanto enriquecieron mis sentidos, cuando me pregunten qué
ha pasado con todo aquello que un día amé, mi tierra, mi mundo, mi planeta...les responderé: Los Matamos.
Así puede
ser un día en el futuro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario