El día me llama y al
oído me susurra
que la noche es muy oscura y fría.
Y es la oscura quien me dice a mí,
que fijamente, al sol no puedo mirar.
Vuelve a decirme la luz que muestra
sin temor las cosas que puedo ver.
Y la oscura me muestra mil estrellas,
que con la luz del día yo no vería.
En la tarde sonríe cuando la miro
Y soy yo el cobarde que se esconde.
Al amanecer es la luna quien lo hace
y el sol me encuentra a quien busco.
que la noche es muy oscura y fría.
Y es la oscura quien me dice a mí,
que fijamente, al sol no puedo mirar.
Vuelve a decirme la luz que muestra
sin temor las cosas que puedo ver.
Y la oscura me muestra mil estrellas,
que con la luz del día yo no vería.
En la tarde sonríe cuando la miro
Y soy yo el cobarde que se esconde.
Al amanecer es la luna quien lo hace
y el sol me encuentra a quien busco.
En la mañana puedo
incrustar
una esmeralda en mis pupilas.
Y en la noche puedo soñar
Cómo las suyas me pueden mirar.
una esmeralda en mis pupilas.
Y en la noche puedo soñar
Cómo las suyas me pueden mirar.
En un tiempo adecuado,
pensé:
Ninguna de ellas es perfecta.
No se entendían. No se querían.
Nunca se complementarían.
Pero no me importó:
Ninguna de ellas es perfecta.
No se entendían. No se querían.
Nunca se complementarían.
Pero no me importó:
Me enamoré de su
incandescencia.
Me enamoré de sus estrellas.
Me enamoré de su belleza.
Yo me enamoré de su imperfección.
Me enamoré de sus estrellas.
Me enamoré de su belleza.
Yo me enamoré de su imperfección.
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