Desgastó tanto su
querer,
Que se había olvidado cómo se decía.
Así, hasta que no hubo poder,
Hasta que el callar murió en las
ultimas líneas.
Él, que perdió la pluma
y en ésta noche la
encontraba.
Pero, ¿Cómo escribiría?
Olvidó todos los significados del
amar.
Ya no quedaban palabras.
¿Para qué escribirle, si a sus ojos
miraría,
y en un punto y coma,
Hasta su propio nombre olvidaría?
¡Y que me aspen si digo una mentira!
¡Si los colores de sus ojos
No se parecen a las poesías!
Nunca entendí cómo pudo,
Un hombre tan sensato, dejarse
cautivar
Por un veneno tan nefasto.
¿Por qué sería?
Tal vez el mal vino
O la magia de un oscuro don
Juan
Encapuchado de cupido.
Y él seguía, no sabía si decirlo,
No sabía si era justo, real o imaginario.
No quería ser un truhan,
Quería poder decirlo en su realidad.
Él, que nació caballero,
Quería siempre que las damas fuesen
primero.
Pero esta vez, se lo dijo antes,
De la mejor forma que podría un
poeta:
Decirle te quiero en un poema.
Y ya lo ha dicho…
¡Vaya un poeta al que se le cae el
plumero!
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