Empezó a trasnochar
en el paraíso
y enmudeció las pocas palabras que quedaron junto a él.
Amaneció silbando, como un campestre hombre
que ha dejado atrás los veinte y algunos más:
y enmudeció las pocas palabras que quedaron junto a él.
Amaneció silbando, como un campestre hombre
que ha dejado atrás los veinte y algunos más:
Allí siempre estará,
Sentado en un mar de incertidumbres
que nunca le dejaron vivir.
Allí siempre estará,
en aquel escenario donde alguna vez
tuvo que morir.
Sentado en un mar de incertidumbres
que nunca le dejaron vivir.
Allí siempre estará,
en aquel escenario donde alguna vez
tuvo que morir.
Y soñaba. Soñaba más
que nadie.
Él era el brujo de sus injurias,
el veneno de su misericordia.
Él era el caballero, y la princesa, su espada.
Él fue pirata y Rey en el mismo circo.
Y era todos a la vez.
¿Por qué quedarse viviendo
solo una si las podría vivir todas?
Pensó.
Pasaron unos instantes,
suficientes para derretir el hielo y se le olvidó:
Quién era, quién fue, cuándo dejó de ser.
Y volvió a morir en el paraíso,
silbando:
Allí siempre estará.
Él era el brujo de sus injurias,
el veneno de su misericordia.
Él era el caballero, y la princesa, su espada.
Él fue pirata y Rey en el mismo circo.
Y era todos a la vez.
¿Por qué quedarse viviendo
solo una si las podría vivir todas?
Pensó.
Pasaron unos instantes,
suficientes para derretir el hielo y se le olvidó:
Quién era, quién fue, cuándo dejó de ser.
Y volvió a morir en el paraíso,
silbando:
Allí siempre estará.
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