Casi como aquella canción



Y dices “quizás tú, alguna vez”,
Cuando en la realidad,
Amas todo lo que a ti te hace mujer.
Yo que amo la imprecisión,
El desacuerdo y el desamor,
Te cuelas en mi vida
Para que contigo lo haga también.

¿Qué culpa tendré yo?
Si no me encuentro en este mundo.
Si en el mío tampoco te encontré.
Ojalá fuera del tuyo, ojalá tú del mío.
No puedo cambiarte, ni tú a mí.
Pero me reconforta,
Plenamente,
Que podamos ser lo que somos:

Uno.
La misma, el mismo.
Amigos.

Sé que voy perdiendo.
Jugué en desventaja.
Pero eras fuego y no me quemé;
Unas cenizas nunca vuelven a prender,
Aun si fueras la chispa adecuada
Que tantas veces escuché.

No me importó tu piel.
 Ni tus palabras de veneno,
Ni tu condenada sonrisa
O el beso de tus labios de mujer...
Yo sabía que hoy no eras para mí.

Y sabes;
 Estoy decidido a pedir,
Suplicar si hiciera falta,
Aunque no tengamos dioses,
Aunque no tengamos su perdón,
Les ruego a ellos,
Que por favor, en otra vida,
En otro mundo, pero en el mismo,
Tú y yo,
Volvamos a encontrarnos.


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